Hoy no hubo” buenas noches”.
Sin espacio, en medio de una ausencia, lleno de nada.
Haciendo equilibrios sobre siluetas de humo,
murmuro para mí mismo el amargo cántico
de un llanto, una cascada de rencor.
La lucha despiadada, esa dulce embriaguez
del error, de la emoción, fue bien o fue mal.
Herida fría, como el aliento que se acaba extinguir,
que ha muerto.
Punzadas gélidas, ébano interior,
que acometen con dureza, castigando tu reflejo íntimo,
la sombra reciente del placer desde donde te miré,
cuando tú eras yo y yo eras tú.
La misma persona.