Meses después recuerdo esa noche, esa luna de avellaneda donde convertimos El Corrillo en un rincón de Buenos Aires.
Pero esas semanas previas también merecen un recuerdo, la ilusión de conocer a Emiliano del Rio, una referencia de la música de autor en Argentina, esa misma persona que se ha convertido en el hermano mayor que esta ahí para darte ánimo, quitarte el miedo o darte consejos, el que confía en ti y te lleva de su mano donde nunca pensaba estar, un escenario en mi ciudad o viajar a Madrid y compartir escenario en su fin de gira con el gran poeta Rodolfo Serrano, músicos como Adán Latonda o cantautores como Ismael Serrano, Marwan, Fran Fernández, Manuel Cuesta, o Andrés Suárez.
Los preparativos transoceánicos, la música en directo a través de skype, las conversaciones, las risas e ilusiones llenaron esas noches de insomnio, donde apuntalar y crear ese lugar donde quitarse la venda, ese lugar donde despertar para seguir viviendo.
Más tarde llegó el cartel, de la mano de otra amiga del aquel lado del charco, María Ines Saino, excelente diseñadora gráfica, que se prestó a ponerle rostro al momento y lugar donde nos juntaríamos bajo esa luna de diciembre. Nos anunció de esta manera y sus carteles colorearon las fechas previas al concierto.
Ese lugar fue "El Corrillo" (https://www.facebook.com/pages/CORRILLO/301509855340) donde su dueño, José Abel, fue ese amigo que te presta su casa y lo único que te dice es " ¿Qué necesitas?. Un gran anfitrión, y un rincón donde seguro que volveré, y donde merece la pena acudir para cenar, tapear o disfrutar de la mejor música en directo (los mejores conciertos están ahí ;-)). Como comentaba antes fue el sitio idóneo donde la fría noche salmantina se convirtiese en el lugar más cálido de Buenos Aires.
Para rematar teníamos que preparar la forma de inmortalizar el momento y ahí esta mi compañero de batallas Santi Rodríguez y su empresa Lights&Audio https://www.facebook.com/LightsAudio, empresa que está detrás de la producción de La Ternura del Viejo Cormorán. Lights&Audio es ese barco donde te sientes seguro y sabes que llegarás al destino deseado disfrutando cada paso. Santi su capitán, la persona que te hace fácil y te anima cuando azota la tormenta.
Y llegamos al 3 de diciembre, la luna esperada estaba aquí, era el momento. Desde el fondo al frente, una melodía de piano empapó nuestra piel, e hizo que la poesía, la voz de Emiliano, su música y mis letras despertaran los corazones de los presentes. Ese piano salía de las manos de un artista... Sin duda mis humildes poemas no podían tener mejor marco, tanto que en ocasiones me daban ganas de callarme y sencillamente escucharlo. Esta persona es Adán Latonda, un profesional para mi imprescindible y que además es una de las mejores personas que me he encontrado desde que tuve la osadía de subir a un escenario. Que bueno que apareciste, mis poemas crecen contigo al lado.
Y envuelto en ese piano, subimos al escenario, allí estaba yo, un viejo Cormorán con copa de vino en mano, un puñado de letras que formaban parte de mi vida, rodeado de gente que quiero y con Emiliano junto a mi ayudándome a volar, y por supuesto que acabamos volando. La gente entregada a sus canciones, como no podía ser de otro modo, ya que su repertorio musical lo único que te pide es querer y querer más canciones. ,te lleva a Argentina, te acerca al pueblo, te hace sentir la tierra y por supuesto te ayuda sentenciar a las hadas.
Fue el instante perfecto, un instante de 3 horas, ese ojo del huracán donde los dos fuimos dos niños, e hicimos del escenario un lienzo al amanecer y despertamos para seguir viviendo.
Entre poema y canción no faltaron las bromas, los recuerdos, o gritos de basta ya a injusticias sociales, a la situación de Palestina, a corrupciones, el homenaje a toda la gente que se levanto un 15M o a las mujeres que cada día amanecen en El Salvador, para hacer que ese país comience a respirar. Para esto último, no podía dejar de contar con la Voz de una amiga, la voz de La ternura del viejo Cormorán, Eva Cámara, la fuerza de su dulzura interpretando la canción " Trazando recuerdos pendientes". En esa noche tenía que estar a mi lado, no podía ser de otro modo.
Y en ese lienzo que se creo, una persona especial que estaba pero no estaba, mi abuela siempre presente en mi vida. El momento más emotivo, recitar mi poema para ella, mi despedida junto a mi abuelo a la luz de las velas, fue uno de ese instantes donde sientes la felicidad plena y donde la emoción impulsa cada latido, y la sangre fluye como su sonrisa en mi recuerdo. Te quiero abuela.
Por último agradecer a todas y cada una de las personas que estuvieron con nosotros esa noche, a todos los que he ido nombrando que fueron partícipes de que la luna salmantina brillara más que nunca, y especialmente a Emiliano, mi hermano.
Próximamente os contaré lo que ocurrió dos días después en Madrid, en Libertad 8.
Un abrazo, y como diría mi hermano, mucho vino y lo que la luna merezca.