Luciérnagas de papel, hambrientas de oscuridad, navegan en la bóveda celeste de mi habitación. Esta noche Orfeo no tocó su lira y mi alma no descansó.
Mi mente despierta recordó, y me dio por escribir, por construir castillos de aire en la arena, por colorear esa sombra desfigurada que después de 6 años en el Tártaro, ni es buena ni mala, es diferente, es más fuerte.
Hago crucigramas en la niebla mientras recuerdo a Huidobro
“he ahí el futuro saliendo de su herida”
En la mañana Calíope sonríe y restaura mi alma, mi ceguera da paso a una mirada brillante, un verdemar vibrante y mis ojos descansan.
Duermo… ...Nunca Jamás se pierde detrás de esa vieja estrella,
Amaneceré y el lutier me abrazará, he descansado.
El no está, pero estará.
Inicio un retorno hacia delante...
Viejos lugares esperan…
Nuevos conocidos están por llegar…