FRÍO FEBRERO
Te escribí el pretexto de un abrazo en cafeína antes de tu viaje, pero era yo la que preparaba la partida. Guión aprendido y final predecible. Y aún, ante tus ojos, otro martes como aquel primero, no sabía cómo resolverlo sin sonar demasiado... demasiado pronto, demasiado intensa, demasiado impaciente.
Quisiera haberlo repetido a viva voz, como cuando dijimos desearnos, -yo que me situé en primera línea de batalla- pero cayó algo que no sé nombrar y bajó el volumen de nuestra atracción, esa que prometía fuego a discreción por signos y piel.
Fueron cuatro semanas sin demandas ni llamadas por escrito, sin invasiones más que de carne una vez en directo, esa no la puedo obviar, la piel tiene memoria de sol y caricias. Veintiocho días hablando cuando tú me abrías paso y levantabas por unos instantes al día la barrera de primacía. Cuando dejándome unas pocas palabras en la pantalla, buscaba yo entre tus pulsaciones alguna clase de necesidad de mí. Tus prioridades nunca abrazaron mi nombre y tampoco lo pretendían. En tu autopista diaria todo me adelantaba sin remedio: el trabajo, el cansancio, el entrenamiento y aún otras personas.
Curiosa tu reflexión en voz alta, al final de la escena del café: si fueras un niño y nos vieras en una película, no entenderías por qué dos personas no pueden estar juntas cuando quieren estarlo. Yo solo me declaré daltónica emocional, colgada por mensajes del auricular verde, mientras el corazón, maltrecho, latía rebasando velocidad aconsejable.
AUTORA: MÓNICA LÓPEZ
CANELONES
SE DESVANECE NARCÓTICA
UNA BRISA DE AÑAFILES Y RADIALES
SOBRE PLÁSTICOS MARES FURTIVOS
DE INTRINCADAS HORTALIZAS.
AMARGO PRELUDIO
DE ORACIONES CON MORFINA.
EFLUVIOS DE VIOLETA
CON PERCEBES, ELVIRITA.
Y ALLÁ EN EL RANCHO GRANDE
UN BOSQUE DE MANOPLAS
EN ARMAS VANIDOSAS
E INSURGENTES METRALLETAS,
DECLINANDO LUPUS LUPI
Y YA DE PASO,
UNA ASAMBLEA EXTRAORDINARIA.
GAVIOTAS, CORMORANES,
GUIRIGAI DE CARACOLAS;
BATALLONES DE QUISQUILLAS
AL ACECHO, ATRINCHERADAS,
SE LEVANTAN AL GALOPE
SOBRE OLAS VIGOROSAS
CUANDO APENAS EL JENJIBRE
SE DESPIDE DE LA ALBAHACA;
CONFINADO EN EL BARBECHO
DE UN VOLCÁN IMAGINARIO.
PUCHEROS DE SAETA
ALMIDONADA A FUEGO LENTO,
BAJO EL VASTAGO INCIPIENTE
DE UN ABETO DESATADO.
APENAS SON LAS ONCE EN EL MUNDO,
LAS DIEZ EN CANARIAS.
AUTOR: JAVIER BERGIA
MONOSÍLABA
A veces simplemente tú. Monosílaba que destaca del resto.
Te encajo entre los botones de mis dedos
y, a menudo, adaptaré los puños de mis camisas a tus caricias.
Me conformo con encontrarte siguiendo a todas las mujeres,
ahí es donde te hallo. Entre todas ellas.
Más tarde y cuando ya no puedo más, descubro tu identidad
y eres como unas vacaciones en Marsella sin descuento alguno.
Desafío a los niños, la novedad diaria es tu voz.
La rutina no lleva tu nombre. Evalúo la fortaleza de la vida
y lo correcto continua siendo los pliegues de tu mano.
Mejoras, desde hace un tiempo, lo que no tiene solución:
la locura de las partituras de nuestras canciones de verano.
Definirte sería como encerrarte en una prisión,
así que prefiero irte descubriendo con la tranquilidad
de aquel que ya probó tus pecas de semillas de sésamo.
Ya sabes que cuento con la curvatura excesiva de tu cristalino,
a cambio te recompenso cada segundo con mi sonrisa de ganador.
Esa mirada conlleva riesgos que desconozco,
tiene la santa virtud de reflejar en mis abrazos
las ganas de acusarte
por este amor imperecedero, eterno de juventud.
Te tengo delante y sigues siendo la de hoy.
Aquella que siempre vence, la que es candidata a desvestirme.
Pronombre personal de mi café diario.
AUTOR: JAVIER GIL
DESEO
Sentir caricias si ríes
en mi huida hacia tus caderas
y de tus labios, certezas
por cada vida un instante.
Condena sería no amarte,
si me descuelgo del rumor
y nuestro sexo con licor
rasga el tirante acróbata
que libra la sed innata
de esta obsesión de cazador.
AUTOR: JOSÉ GONZÁLEZ
NO IMAGINAS LO QUE ES TU AUSENCIA
Que todos los trenes vuelvan a su destino,
que los días me devuelvan los instantes que no paso contigo,
que los recuerdos sean memoria en fotos desgastadas,
que estar contigo no sea al final un sold out,
que la vida me traiga el beso que te di el primer día.
Que la cuestión de amar estalle en el cigarro de las mañanas,
que la distancia surque por los puntos cardinales,
que montemos un aeroplano arrojando la soledad peleada,
que nuestros sueños no sucumban a los periódicos,
que arrojar solo sea verbo privado de nuestras manos.
Que los mensajes sean corceles en tu cuerpo,
que los te quiero sigan viajando en fin de año,
que las playas de verano arranquen el nido de nuestros miedos,
que eso de facturar vuelo fuera tan fácil como un dulce de crema,
que los amaneceres dentro de un año sean estar contigo.
Que mañana no me digas voy haciendo,
que no te responda viajo al sur sin ti,
que mis amigos no me presten su cama,
que los cepillos de dientes interpreten tu sonrisa,
que el modo de amar pase a ser eterno.
Sin embargo y sobretodo no dejes de mirar al norte,
que yo me encargo de sostener este destierro
que es echarte de menos.
AUTOR: JAVIER GIL
"Y ahora, ¿qué hacemos?"
Preguntaste entre sollozos.
"Amarnos hasta el delirio"
Contesté con violencia.
En tu mirada baja
en la fina lluvia
en mi mano apretada
comprendí que aquello era el adiós
que brotó de tus labios.
AUTOR: DAVID VILLEGAS
RUMOR DE HOGAR
Casi siempre me da un beso antes de desayunar
y yo completo el álbum con ese cromo.
Después coge su abrigo acolchado
y juego una partida de ajedrez con el salero y la pimienta.
Algunas veces ponemos la mesa juntos,
otras nos apoderamos de los cuadros del mantel.
Ella es el rumor del hogar.
La legislatura de las victorias,
una canción vieja en cualquier ascensor,
bruma de los parados gritando libertad,
el acto más democrático de una dictadura,
las volteretas de un niño en la playa.
Ella es el rumor del hogar.
Algunos de ellos dejan de correr,
abandonan los cien metros lisos
y a veces la inoportuna justicia, miente.
Otros cambian el contigo por el tal vez tú,
el olivo seco espera la llegada de un tiempo mejor
y los versos son menos vida ausente.
Pero ella sigue siendo el rumor de mi hogar.
Este hogar que se refleja en los charcos
igual que su rostro adolescente,
es mi bandera sin himno,
el país que jamás abandonaré.
AUTOR: JAVIER GIL
ÉTICA ROMÁNTICA
Llamadas y gritos golpean tu cobardía.
Tu ética corrupta de alcohol y falta de escrúpulos
se esconde a miles de kilómetros,
tras la cortina de humo,
que asfixia tu conciencia
hasta matarla.
Débil y ausente,
lapidas tu vida
entre mentiras y cigarrillos negros
que reprochan tu triste andadura.
Esa que pierdes de forma cíclica
con tu disfraz de cordero sobre
los huesos astillados y sin vida
de un lobo, viejo,
que no siente, y en vida
huele a muerto.
Estás cayendo, y el tiempo
que avanza rápido, castigará
tus dogmas hipócritas envueltos
en soberbia, en violencia.
Serán tu maldición.
Pero sí, ese día
serás libre en tu sudor frío,
ahogándote en tu propia sed
y te darás cuenta de que alrededor
ya no hay nada.
Estarás solo en esa barra,
reflejado en una botella
observando el ocaso
de la resaca que no dejará que te levantes.
Jamás, nunca jamás.
Y al final,
sólo serás un puñado de sombras
de mordiscos sin patria,
de ceniza sin reposo,
que sólo anhela volver atrás,
para escuchar su clase magistral
de ética romántica.
AUTOR: JOSÉ GONZÁLEZ
… Justo después de la tormenta.
Cuando la tarde sostiene ya las nubes
con serenidad premeditada.
En ese preciso instante
en que la vida
parece como recién lavada
y huele a limpio.
En ese delimitado momento
surgen las causalidades afortunadas.
Empapados los pesares
es necesario dejarlos al aire libre.
Sacudir los cabellos.
Esbozar una sonrisa
y mirarte a los ojos sin miedo.
Así apareces tú.
Así te muestras tú.
Como esa rebelde gota de una lluvia anterior
que aun permanece escondida
en una cornisa,
en la rama de un árbol,
o tal vez suspendida de un hilo imaginario.
Y es en ese preciso instante
cuando la causalidad afortunada
y el leve roce de la vida
apenas acarician tu recóndito escondite
y te hace caer
justo encima de mis cabellos,
o en mi rostro,
o quizá te cueles asombrada
y resbales por mi pecho
hasta estallar en mi corazón.
Justo después de esa tormenta inesperada,
me estremezco.
Y es entonces cuando,
aun sin conocerte,
te reconozco.
AUTOR: MANUEL VÁZQUEZ (Del libro A siete besos de tu ombligo)