Mis pies descalzos arrastran la tristeza
sobre los restos de tu llanto
cada vez que te recuerdo.
En el fondo del cajón, la fotografía de dos cadáveres
que inventaron la libertad en una noche sin destino.
Escuché tu aroma susurrándome en los pulmones
hasta que mis vientos dejaron de gritar tu nombre.
Después de firmar a sangre, una tregua de nostalgias,
fuimos rostros disidentes, que perdidos el uno sobre el otro
vivieron en épocas inconexas.
Tiempo ha pasado ya, desde que la vela se extinguió,
solo la cera permaneció caliente,
latiendo, hasta sujetar tu mano antes de enfriarse.
Luego, un chasquido partió tu esperanza en pedazos.
Pedazos que volvieron a ser incandescentes
transformando tu amor en odio.
Mis pies descalzos arrastran la tristeza
sobre los restos de tu llanto
cada vez que te recuerdo.