La noche es muy larga
para no querernos,
los relojes roban los
segundos
mientras los minutos
avanzan entre las horas.
El tic tac martillea
la calma, eléctricos relámpagos
despiertan la noche,
y las palabras te firman
un poema fugaz, un
salto, un lapso sin tiempo.
Tengo envidia de tu pasado,
estaba allí mientras yo no estaba,
Tembloroso, sobre
aquel sillón rojo,
como un recuerdo,
como amantes sin días,
perdidos en la huida,
corriendo, gritando
saltando cada
tormenta, rompiendo las olas
abrazados,
pensándonos ahora, hoy.